sábado, 29 de agosto de 2015

6ª jornada. De Alfarras a Tamarit

Martes, 11 de agosto.
Sobre las 7 salimos de la pensión, en busca de un bar para desayunar. Encontramos uno recien abierto en la plaza. La dueña es de Finisterre y nos habla un poco de su tierra. No tiene pastas, pero si un pastel de manzana casero al que nos apuntamos. Craso error, pues no sale un poco caro. El desayuno para dos, 6 €. Eso si, el pastel estaba muy bueno.
Comenzamos el viaje a Tamarit de la Litera, unos 15 kilómetros. Entraremos en tierras aragonesas, eso de la Litera es una comarca.
El viaje comienza con kilometro y medio por la carretera de Tamarit. Tengo que regañar varias a veces a Bea, pues tiene la peligrosa costumbre de caminar por el centro de la calzada, en vez de pegado a la izquierda. Soy el responsable de la expedición, jejeje.
Pronto entramos en caminos rurales para mi tranquilidad. Vamos acompañados de campos de cereales, ya segados, maizales y frutales. Jalonados por algunas granjas de cerdos que dan ese peculiar olor a los campos de Cataluña.
Cada hora vamos parando. Ya en la primera sufro los efectos de mi insomnio y me echo una siesta de hasta 15 minutos. Tanto madrugar para nada. A estas alturas veo que duermo mejor en el campo que en los albergues.
Cruzamos la frontera entre Cataluña y España.

Pasamos por una gran casona con un gran parque (vallado) y un lago al lado (abierto). Hay una pareja de excursionistas descansando, no los importunamos. Nosotros también paramos junto al lago un poco mas allá.


Al poco llegamos a la ermita de Sant Roc donde paramos para almorzar de nuestras viandas.
Sobre la una llegamos a Tamarit. Y nos dirigimos al ayuntamiento que gestiona el albergue.
Unas escuelas abandonadas, donde además está habilitada una mezquita y una asociación de amigos del Scalestrix, entre otras. El albergue está muy bien, tiene muchas plazas, tres habitaciones.
Tras la ducha nos vamos a comer. Comemos muy bien en restaurante Scarp, cerca del albergue. Después de la comida me entra el bajón del mal dormir y me echo una gran siesta.
Por la tarde salimos ha visitar el pueblo y hacer compras. Tamarit es sobre todo su gran plaza y una pequeña rambla. Tiene una parte alta desde donde se puede contemplar todo el pueblo, y un casco antiguo bastante deteriorado.
Una gran iglesia (cerrada), y algunas casonas de estilo aragones. Esto es de ladrillo de obra vista. El ayuntamiento está construido así, pero es una técnica de construcción que desgraciadamente no está generalizada, desluciendo el conjunto.


Pasamos la tarde en una terraza viendo al paisanaje. Y al anochecer volvemos al albergue a cenar, hablar, jugar a los dados e intentar dormir. Otra de las asociaciones es una banda de rock, que nos da la murga hasta mas allá de las 12. Con todo a  Bea le asusta un poco la vieja escuela, por fuera tiene un aspecto siniestro y el que este en las afueras no ayuda mucho. A lo mejor siente presencias.

viernes, 28 de agosto de 2015

5ª jornada. De Alguerri a Alfarras

Lunes 10 de agosto.

Me despierto a las 7. Bea al poco. Desayunamos y nos preparamos para la salida. La ropa no se ha secado del todo. Dejamos la llave en el buzón del hogar del jubilado, y Bea se da cuenta que se ha dejado el bastón. Por suerte ya hay una persona dentro y amablemente nos vuelve a abrir el albergue.
Tomamos otro café en el bar de anoche y nos adentramos en el Camino. La etapa de hoy es un paseo, solo 8 kilólometros.  Al principio hay un tramo de carretera de unos 200 metros, pero pronto deriva a un camino de tierra.
Nada mas verme en la solitud y tranquilidad del campo, entre unos olivos, alivio mi problema de extreñimiento.
Cerca de Alfarras, paramos a descansar y a tender la ropa mojada en un campo de peras. Paramos mas de una hora, duermo un poco. Pero la ropa no se ha secado del todo. El algodón cuesta de secarse. Nota para otra ocasión.
El camino continua al lado de un gran canal, durante varios kilometros, hasta llegar a una carretera. Las flechas indican que hay que seguir por la misma, pero una de las guias dice que se puede seguir junto al canal, libre de los coches. Nos arriesgamos, aunque no hay ninguna flecha amarilla. Mas adelante le preguntamos a una persona si vamos bien, lo que nos confirman.
Efectivamente, pronto detras de una escombrera se ve la ermita, y abajo el rio Noguera-Ribagorzana, a los pies del Alfarras. El último pueblo de Cataluña.
Hay dos puentes para entrar en el pueblo, uno es la carretera sin arcen, y el otro un puente romano al que han añadido un pasarela. Me cuesta convencer a Bea, que padece de vertigo, de que es mas seguro utilizar el puente peatonal que el de los coches.
Nada mas cruzar el puente, oimos una explosión y sentimos el aire de una onda explosiva, pareciera una bomba. Pero ha sido la rueda de un camión que ha explotado a 30 mentros de nosotros. Menudo susto.
Paramos en el primer bar que encontramos, donde tomamos los consabidos cafe con leche, Bea, y limonada yo. Preguntamos al tabernero por un posible albergue o pensión. Y nos dice que no hay nada hasta Tamarit. Extrañado pues en la guía señala que hay un hostal en la Av Cataluña, preguntamos a un grupo de mujeres.  Y resulta que la pensión Florida esta a 50 metros.
La pensión nos cuesta 32 €, aunque al final nos rebajo a 30. Tras dejar las cosas salimos a comprar, pero las tiendas están cerradas, excepto los bazares chinos, que sorprendentemente para un pueblo tan pequeño, hay un montón. Yo al menos conte 4. Compre unos calzoncillos y unas zapatillas tipo Fran Cuesta, pues las que compré en Balaguer me van grandes.
Volvemos a la pensión, yo me quedo a comer, Bea dice que no tiene hambre y sube a la habitación. La comida es sabrosisima. La cocinera una mujer de mas de 70 años y madre de los dueños es una maravilla. Me como una ensadilla rusa y unas albondigas de rechupete.
Una vez en la habitación Bea me dice que no se ha quedado a comer porque prefiere comer cosas compradas y bocadillos, pues está preocupada por el ritmo de gasto. Yo le digo que es un error, que es preferible comer bien y si acaso acortar los días de ruta. Me parece que logro convencerla, pero los acontecimientos posteriores nos impuesieron un regimen de comidas inesperados. Pues practicamente no hay restaurantes en los pueblos de Aragón.
Por la tarde salimos a comprar, bastante comida. Nos pasamos un poco, pues era mucho peso. Y tras dejar la compra salimos a visitar el pueblo. Hay poco que ver, el rio, un molino viejo
y una iglesia románica mal reconstruida...y cerrada. No vaya a ser que los turistas pretendan entrar a verla. Paramos en una terraza, justo al lado están las mujeres a las preguntamos donde estaba la pensión esa mañana. Nos hablan que hay una plaga de mosquitos. Adios a dormir con la ventana abierta.
Esa noche duermo muy mal, me despierto a las 12, el ruido del ventilador me molesta. Me vuelvo a dormir a las 3, pero a las 5 vuelvo a estar desvelado. A las 6 se despierta Bea y aprovecho para convencerla para salir cuanto antes. No esta muy convencida pues sigue teniendo sueño. Creo que esta un poco enfadada conmigo por este madrugón, pero tiene buen caracter y enseguida se le pasa.

4ª jornada. De Balaguer a Alguerri

Domingo 9 de agosto.
Me desperte cerca de las 6. He desayunado en el piso de arriba, donde está la cocina-comedor. Al poco se desperto Daria, que rapidamente ha salido con su bicicleta. Le esperan dos etapas antes de llegar a Barcelona. En Igualada tomará el tren, quiere saltarse la subida del Bruc. Le recomiendo que vaya por la rivera del rio Llobregat en vez de por carretera. Vuelvo al desayunar, y me tumbo en la cama a la espera que despierte Bea. Me quedo dormido.
Por fin se despierta Bea y lo organizamos todo para salir, nos aplicamos la vaselina en los pies y montamos las mochilas. En la plaza Mercadal vuelvo a desayunar y departimos con los lugareños.
Todo seguido atacamos la cuesta que principia el Camino de salida de Berdaguer. El camino discurre por una pista de gravilla recien arreglada. A traves de campos abiertos.

Hace un dia esplendido, soleado con algunas nubes algodonosas y la mañana es fresquita. Nos esperán unos 16 kms hasta Alguerri.
Nos plantamos en Castello de Farfanya casi sin sentir. El pequeño pueblo al pie de una colina coronada por una impresionante iglesia.
A la entrada preguntamos a unos lugareños por un bar o restaurante donde comer algo. Y nos remiten al bar Lo Centro. Un local pintoresco y acojedor donde no hacen comidas. Pero nos ofrecen un plato de espaguetis que ellos mismos se ve que van a comer.  Yo rapidamente me apunto, vea solo pide un bocadillo de lomo. Yo además de los espaguetis pido un bocadillo de tortilla, como segundo. Aunque al final la mujer se equivoca y me trae también uno de lomo. Me conformo, no es cuestión de tirar la comida.
Después de comer y en busca de un lugar donde echar una siesta subimos a lo alto de la iglesia a traves de una cuesta muy empinada y un poco peligrosa. No hay sombras al lado de la iglesia, bastante abandonada. Asi que al final nos tumbamos debajo de unos pinos.
Yo duermo cerca de una hora, pero Bea dice que no durmio nada porque tenía frio.
Bajamos al pueblo con la intención de tomar café en el otro bar del pueblo y pasar el resto de la calurosa tarde. Pero está cerrado por lo que emprendemos el camino de Alguerrí.
El camino discurre con la sierra Larga a la derecha y una explanada sin fin a la izquierda, un horizonte sin limites.
Todo va bien hasta que en un error fatal cojemos la dirección equivocada y adamos casí un kilometro antes de darnos cuenta que vamos hacía este, en vez de noroeste. Por una vez la brujula sirvio de algo. Desandamos lo andado. Por suerte es una senda entre las sombras de los arboles. Tal vez por eso nos equivocamos, era el camino ideal.
Llegamos a Alguerri cerca de las 9 y tras preguntar llegamos al hogar de jubilados San Blas, que gestiona el albergue, un piso anexo. Llegamos justo a tiempo, pues a las 9 cierran.
Los viejos son muy amables y nos da todo tipo de facilidades, indicandonos el bar-restaurante donde podemos comer. Al lado de la carretera. Lo que hacemos todo seguido antes de que nos cierren.
Bea pide un plato combinado con una enorme sepia. Yo por fin me puedo comer un bocadillo de tortilla, que se me antojaba desde ayer.
Volviendo al albergue, el ritual de siempre, deshacer la mochila, ducha, fricción de pies con alcohol de romero, lavado de ropa y a dormir.

jueves, 27 de agosto de 2015

3º jornada. De Linyola a Balaguer

Sábado 8 de agosto.
A las 5:30 ya estoy despierto. Me cuesta despertar a Bea, pero es necesario salir cuanto antes para escapar del calor. Tendimos la ropa en el baño, no se ha secado del todo y la habitación esta muy humeda, el suelo mojado. Esto y el aire acondicionado me ha afectado a la garganta que empieza a picarme.
A las 7 ya estamos en la calle, dispuestos a empezar al etapa hacia Balaguer. Unos escasos 13 kms. En su mayor parte por caminos rurales de gravilla, al contrario de los caminos de Aragón que son de cantos rodados.
Por el camino nos para un paisano en coche, digo paisano porque es de cerca de mi pueblo, de Orce. Aunque lleva toda la vida en Cataluña, como yo. Se ha recorrido toda España a pie como pastor trasumante. Hablamos de esas cosas y de la inminente independencia de Cataluña.
Encontramos una casa deshabitada que tiene una mesa y unos asientos de piedra a la entrada, y naturalmente aprovechamos para parar y comer algo. También alimentamos un poco a los muchos gatos que hay por allí.
El camino continua entre arboles frutales, maizales y granjas de cerdos. Una economía cerrada, con el maiz y la fruta picada o que se cae de los arboles se alimentan a los cerdos, con cuyo estiercol se abonan los campos. Tal vez extremadura sea famosa por sus cerdos alimentados con bellotas, pero la carne de cerdo de Lerida debe ser la mas dulce del mundo.
Entre uno de esos maizales paramos y echo una pequeña siesta, un microsueño de unos minutos. En general paramos cada hora. Hacemos horas lectivas, 45 mínutos de marcha y 15 de descanso. Aun así antes de las 12 ya estamos en Balaguer. De nada ha servido madrugar y fastidiar a la pobre Bea, todo la mañana ha estado nublado y a la entrada de Balaguer está empezando a chispear.
Balaguer parece una población prospera, dividida en dos por el rio Segre, a una riva la ciudad antigua, y a la otra el ensanche. Y como otras muchas ciudades sufre un problema. La población antigua esta ubicada en una colina por necesidades defensivas, y la ciudad nueva se extiende por el plano. Gracias a esto se han salvado las casas viejas, ya que las nuevas se contruyen en el llano. Pero aunque las casa antiguas son mas bonitas que los bloques de pisos o los chalecitos, también son mas incomodas, con escaleras, poco espacio y calles empinadas. Resultado, los ricos se han ido al ensanche y las casas viejas se venden  o se alquilan a gente con menos recursos, lo que a la larga el casco antiguo se va conviertiendo en un gheto que se deteriora irremisiblemente. Por suerte Balaguer todavía no está muy deteriorado. El casco antiguo esta muy bien y su fachada al rio muy bonita.
Nada mas entrar se oye un ruido de coches corriendo y derrapando, se ve que están haciendo unas carreras en un circuito cercano, el ruido de estos coches se extiende por toda la ciudad.  Paramos en el primer bar que encontramos y pedimos los respectivos cafe con leche para Bea y limonada para mi. Como el albergue lo gestiona el ayuntamiento preguntamos por el mismo.
Esta en la plaza Mercadal, que resulta una plaza singular donde cada sábado hacen mercado. Al llegar el mercadillo está en plena actividad, con lo que entre tanto barullo unos cargados con mochilas no llaman mucho la atención.
En el ayuntamiento nos sellan la credencial, nos dan las llaves y un juego de sabanas de papel por cinco euros que vale el albergue. El aguacil nos indica el camino, y hacia allí vamos.
El albergue es nuevo, recién abierto este año. Es la casa restaurada de la escritora Teresa Pamies, fallecida recientemente. Es de verdadero lujo




. Allí encontramos a una peregrina, la Daría. Una americana de California, arquetipo de chica californiana, rubia, alta, guapa y de piel trigueña. Esta haciendo el Camino de Santiago en bicicleta al reves, desembarcó en Santiago y esta camino de Barcelona.
Tras llegar al albergue comenzamos el ritual de rigor, deshacer la mochila, ducharnos (usando la ropa interior como esponja) y lavar la ropa. Y salir a comer. Al menos queremos comer una vez de menú,  y cenar cualquier cosa de lo nuestro.
No encontramos restaurante de nuestro gusto, nos pareció todo muy caro. Estabamos mal acostubrados a las poblaciones donde hay muchos temporeros y los precios son mas baratos. Acabamos en una pizzeria. En la plaza encontramos a Daria junto a un amigo. Bendito internet que te permite hacer amigos en cualquier parte del mundo. Cualquier dia me apunto a eso del Tinder.
Volvemos al refugio, esta lloviendo, pero conseguimos llegar sin mojarnos demasiado. Me hecho la siesta.
Al atardecer salimos a visitar la ciudad, subimos a la catedral, está cerrada, pero tiene unas vistas extraordinarias de la ciudad.
Bajamos abajo a la ciudad nueva a hacer unas compras, las habituales botellas de agua, leche y otras vituallas. Yo también me compro unas zapatillas, las chaclas japonesas que llevo me hacen daño y en solo dos dias ya me ha provocado una ampolla entre los dedos. Tomamos unas cervezas en la plaza Mercadal y volvermos al albergue a cenar y dormir.
Yo me acuesto pronto, Bea se queda fumando y mirando por la ventana.


2ª jornada. Del Catell del Remei a Linyola

Viernes 7 de agosto.
El Castell del Remei es una finca histórica con dirversas edificaciones y que en la actualidad se explota con fines turisticos. Disponte de un restaurante, museo, una capilla y otras construcciones antiguas. Su actividad principal está alredor del vino con denominación de origen.
Sobre las 6 nos despertamos y vemos una luz en uno de los edificios del Castell del Remei. No se porque pensamos que sería la panadería del complejo túristico, así que Bea se acerca a ver si puede comprar algo. No lo es, pero la persona que está allí nos invita a un café. El señor Tomás, se presenta como un trabajador, pero he visto en internet que es uno de los dueños. Se interesa por la ruta que estamos haciendo, y por las guias que empleamos.  Si hubieramos seguido el plan establecido en las guías, habríamos llegado al mediodia. Habriamos comido en el restaurante, visitado el museo y las instalaciones. Desgraciadamente nuestra caótica ruta nos impide uno de los placeres del camino.
En cuando clarea el día, alrededor de las 7 reemprendemos la ruta. Nuestro objetivo es Linyola a solo 6 kilómetros y poder descansar de una vez.
Llegamos enseguida, paramos en el bar del pueblo a desayunar y reorganizarnos. En Linyola hay un señor que acoje peregrinos, pero ¡ay! excepto en agosto y septiembre, pues tiene frutales y utiliza el local para alojar a sus temporeros. Por suerte en la guía viene que hay un hostal económico en el que esperamos encontrar una cama y una ducha. Pero al llegar a la puerta, chasco, está cerrado por vacaciones. Nos vemos otro día de estar tirados por los campos, pues si no hay alojamiento lo mejor es acampar en las afueras e ir continuando el camino.
Vemos que también hay un hotel de lujo, de tres estrellas. Minimo deben ser 100 euros, inasequible a nuestros bolsillos, pero por eso de preguntar por preguntar, nos acercamos. Nos ofrecen una habitación con precio especial para peregrinos a 50€, 25 cada uno. Es alto para nosotros, pero estamos tan cansados que aceptamos encantados. La habitación solo tiene una cama, pero es "king size", podemos dormir juntos cada uno es su esquinita, pues vamos juntos pero no revueltos.

El hotel La Guspira es fantastico, y su restaurante debe serlo todavía mas, pero solo el menú vale 20€, no te digo comer a la carta que es su especialidad. Así que tras dejar las cosas y ducharnos salimos a comer. En Linyola hay tres restaurantes, este del hotel, para gourmets, otro que tampoco es manco, a 16€ el menu. Y el normalillo, en el Ateneo, que es donde comemos nosotros de maravilla. Tras la comida corremos a echar una merecida siesta, pues estamos agotados.
Sobre las 7 de la tarde salimos a visitar el pueblo y comprar provisiones y otras cosas necesarias.
He perdido el espejito que uso para ponerme las gotas de los ojos, y necesito unas plantillas para las zapatillas que me van grandes y me están rozando peligrosamente. Bea compra no se que para el pelo. Vemos que está noche hay un concierto de piano en la iglesia. Volvemos al hotel a dejar las cosas y lavar la ropa.
Volvemos a salir un poco mas tarde, a tomar unas cervezas y oir el concierto. El concierto lo dan los alumnos de la escuela de música local.
No está nada mal, pero Bea sale a fumar y una niña pequeña está importunando a mi lado, así que me salgo yo también. Afuera está Bea, que me dice que ha estado hablando con otra peregrina, una chica alemana que se ha alojado en el local del señor que aloja peregrinos cuando no tiene temporeros. Se ve que ya estuvo el año pasado, y le conocía. Era la única mujer entre todos los temporeros, me parece que no estuvo muy comoda. De está chica oimos hablar mas adelante, nos cojió una gran ventaja.
Volvimos al hotel a dormir, en la televisión solo se veían las cadenas catalanas.



miércoles, 26 de agosto de 2015

1ª jornada. De Tárrega al Castell del Remei

6 de agosto. El camino a Tornabous va ser un paseo agradable, hizo sol, pero el camino atraviesa zonas de sombra y no se nos hizo nada pesado. A traves de campos de cúltivo de los consabidos maizales y arboles frutales.
Nada mas entrar en Tornabou entablamos conversación con un hombre que circulaba en una moto eléctrica. Buscando un bar para tomar un refrigerio, tropezamos con el bar Centric, el mas importante del pueblo. Allí entablamos amistad con la encargada del mismo, la Merce, una chica jóven que nos invitó y con la que estuvimos hablando largamente, del camino, del pueblo y de la vida. El Centric es una especie de casino de pueblo, bar, sala de reuniones, teatro y cine a la vez.
Desde el Centric llamé al Can Modest, la casa rural que ofrece alojamiento a los peregrinos, pero tal como me temía, en pleno agosto no tiene plazas. Lo que no nos importo pues llevabamos la tienda de acampar. La Merce nos dijo que al lado del rio había un parque ideal para acampar. También nos indico donde podíamos ir a comer. Un restaurante de carretera llamado El Molino.
En El Molino comimos estupendamente, estaba lleno y solo había una camarera, pero de una eficiencia que rayaba el virtuosismo. Le dejamos buena propina dentro de nuestras posibilidades.
Del restaurante salimos sobre las dos, hace un bochorno impresionante, y nos ha entrado el bajón. Por lo que buscamos una sombra desesperadamente para echarnos una siesta y pasar la calorada. Extendemos las colchonetas debajo de un ciruelo, donde consigo dormir un rato. Después se nos ocurre que mejor será que nos vayamos a la piscina del pueblo para hacer tiempo y refrescarnos. Gratamente nos sorprende que la piscina es gratis para los peregrinos, y en ella pasamos la tarde.
Sobre las 7 de la tarde suenan las campanas, es  la hora en que habren las tiendas y la mayoría de los bares en estos pueblos, coincidiendo con el final de la jornada laboral en el campo, nos vamos a comprar agua y la cena. A mas de las pastillas que me ha recetado la doctora. Paramos en una plaza, y se nos acerca el Fabian, un trabajador extremeño que ha venido a la campaña de la fruta. No esta muy contento con los precios que están pagando y esta dudando de volverse a su pueblo.  Desde luego la fruta es la riqueza de Lerida, pero la ruina de España. Y lo digo por el contexto socioeconómico en que se desarrolla. La fruta esta muy mal pagada al payes, aunque en el mercado valga mucho, los beneficios se los llevan los intermediarios. Pero no es el payes el que peor lo pasa, sino el país entero. Estos trabajos los solían hacer trabajadores procedentes de andalucia, extremadura y otras regiones españolas con mucho paro. Por contra ahora los hacen emigrantes africanos en su mayoria, marroquies y negros. Por supuesto mal pagados y aun gracias, pues muchos no encuentran trabajo. Por lo que se cobra, a los españoles no les sale a cuenta subir hasta Lerida para no ganar casi nada. Así es como casi todos los pueblos de Lerida están llenos de extranjeros, que se quedan en el territorio una vez acabada la campaña, en vez de volver a sus provincias como hacían los españoles. Esto cambiará la extructura social de Cataluña a la vuelta de pocos años. En definitiva mas mezquitas y menos iglesias. Esta por ver si sera para bien o para mal.
Al anochecer nos acercamos al parque que nos recomendaron para acampar, pero resulta que está imnundado, parece que hemos llegado el día en que riegan el cesped. El universo parece que se conjura en nuestra contra. Cenamos en otro parque, y decidimos continuar el camino hasta encontrar otro sitio favorable para acampar, no sin antes despedirnos de la Merce, y comprar mas agua.
La Merce nos cuenta la historia de una peregrina inglesa que paso por allí, y a la que su marido llevo en coche hasta el siguiente pueblo con albergue, pues tenía los pies en llaga viva. Resulta que a los pocos días se la encontraron muerta en una cuneta. Seguramente atropellada o quizas sufrio un desvanecimiento mortal....que mal rollo.
Encontramos varios sitios para acampar, pero como todavía había luz, decidimos seguir hasta el siguiente pueblo por si había algún tipo de alojamiento.
Al anochecer llegamos a La Fuliola. Donde no había nada. Por lo que nos acomodamos al lado de la iglesia para pasar la noche. Alli estubimos un buen rato, pero era imposible dormir, había mucha gente y muchos niños en la calle jugando y haciendo ruido. Solo conseguimos echar una pequeña siesta que nos desveló. Así que como el camino parecía bastante fácil de seguir con la linterna, decidimos hacer una étapa noctura, bajo las estrellas. Desgraciadamente estaba nublado.
A la salida del pueblo, pasada la una, encontramos el chiringuito de la piscina abierta, parece ser el lugar de ocio nocturno del pueblo. Aprovechamos para tomar unos cafes con leche. Y continuamos la marcha por un camino asfaltado entre maizales. Nos cruzamos con un tractor nocturno y entramos en el recinto del Castell de Remei, y en una pequeña explanada de cesped, extendimos las esterillas para pasar el resto de la noche. 

martes, 25 de agosto de 2015

Camino de Santiago Catalán. Jornada 0. En Tárrega.

Este año, y tras la imposibilidad de hacer el camino primitivo, recuperé la intención de hacer la otra ruta catalana del camino de santiago catalán. La que va por Huesca en vez de por Zaragoza. Esta vez fuí acompañado por una amiga, Bea.

El viaje en tren a Tárrega ha sido largo y tedioso, casi tres horas desde Barcelona. Encontramos el albergue tal como recordaba, Ca N'Aleixs, en la plaza del Carmen,5. Vale 10 €. Había otros dos peregrinos, por lo que quedo casi completo, pues son 5 plazas.
Nuestros compañeros de cuarto eran la Mariangeles y su hijo Nil. Habían empezado en Igualada, por lo que llevaban dos días de viaje. Su intención era seguir nuestra misma ruta por San Juan de la Peña. Claro que a un ritmo mayor, por lo que no volvimos a verlos ni siquiera nos dieron referencias de ellos. Por lo que seguramente abandonaron. A Mariangeles le había aparecido las temidas ampollas.
Bea y yo salimos tras dejar las mochilas a visitar la ciudad y hacer algunas compras. Tárrega es una ciudad estupenda, que conserva bastante bien su casco antiguo, y dispone de númerosas plazas adaptadas para realizar diferentes actuaciones durante su afamado festival de teatro. Se ve una ciudad culta.

Aparte de algunos viveres, Bea compro un impermeable, unas chanclas y un cuchillo. Estuvimos buscando una navaja, mucho mas practica, pero no encontramos. Yo compre un libro "Regalo de Reyes" pues tuve que dejar la tablet estropeada en casa.
Mientras compraba el libro, Bea entabló conversación con un peregrino de la ciudad, miembro de la asociacion de peregrinos de Tarragá, una de tantas casualidades que se dan en el Camino. En Josep Lluis Virgili. Quién nos explicó la nueva ruta para salir de Tarrega, tal que hay dos vias, una pasa por el parque de Sant Eloy y otra lo rodea, evitando una fuerte subida. Con todo nos recomendo visitar dicho parque, sobre todo al atardecer, ya que ofrece una de las puestas de sol mas expectaculares de mundo. Lo que hicimos, pues subimos a comer y ver la famosa puesta de sol.  Y podemos dar fe fehaciente de que así es.
En Josep Lluis y sus compañeros no solo se han encargado de la nueva ruta por Tarrega, sino que han señalizado buena parte de camí catalá. Lo que les agradecemos fuertemente, pues no hemos tenido ningún problema al seguir las flechas amarillas.
Sobre las 10 nos recojimos en el albergue, que cierra a las 12. Mariangeles y su hijo ya estabán preparandose para acostarse, y nosotros hicimos lo mismo. Con todo no dormí nada bien. Heche pequeños sueños, despertandome continuamente. Sobre las 2 me note un pequeño bulto en el labio, es el principio de cierta alergia alimentaría que sufro de vez en cuando a causa de los alimentos embasados, que intento evitar, pero que siempre acabo consumiendo algo que me arruina el día. No consigo dormirme hasta las 3. Pero a las 5, Mariangeles me despierta al intentar salir silenciosamente para prepararse para salir. La hinchazón del labio ya ocupa casi la mitad del labio, por lo que decido ir al médico a que me ponga la pertinente inyección de cortisona.
Abajo ya está la mujer encargada de la cocina, por lo que me puede indicar donte está el ambulatorio. En las afueras de Tarrega, a casi un kilomentro. Lo encuentro sin dificultad. Está vacio y me atienden enseguida. Después tengo que volver cojeando porque la inyección me ha dolido bastante. En fin, el problema quedo resuelto.
Cuando llegue al albergue Mariangeles y Nil, ya se habían ido. Bea seguía durmiendo. La despierto pues temo que el Sol se nos eche encima, aunque la étapa prevista va a ser cortita, para ir haciendo el rodaje. Bajamos y los del albergue nos dan de desayunar muy amablemente, estos días de verano apenas quedan residentes, pues vuelven con sus familias. Y sobre las 8, emprendemos nuestra primera jornada, hasta Tornabous a 10 kms.