martes, 18 de septiembre de 2018

Dia 3º.- De Viloria de Rioja a Belorado

Lunes, 6 de agosto

Me desperté pronto, no podía dormir. A las cuatro desperté también a Bea, queríamos salir temprano. Pero enseguida vimos que era una tontería no se veía un pijo, así que decidimos esperar hasta que clareara. Desayunamos e hicimos tiempo. Curioseando en la decoración del albergue. Mariaje tiene muchos discos, algunos libros y multitud de objetos. Hay un estante donde se dejan cosas que ya no necesitas, deje  una gorra. También deje mi concha azul, con los pins ya voy mas que identificado. Además que no es como el solitario camino catalán que conviene que que te identifiquen como peregrino y no te tomen por un vagabundo. Escribí algo en el libro de visitas....y poco mas.
Llegaron tres jóvenes italianos, dos chicas y un chico en busca de café....estos italianos. Les dejamos entrar y se preparan sendos cafés, les explicamos que el precio es la voluntad. Pero cuando se fueron no pude por menos que comprobar que tenían poca voluntad. Deje un par de euros mas en su nombre.
Luego bajó Mariaje, que duerme en el piso de arriba, aunque nosotros no lo sabíamos, creíamos que se había ido. Había oído ruidos. Le pedimos perdón pues ignorábamos que estaba arriba. No le da importancia y se vuelve a la cama.
Sobre las 6 y media ya clarea un poco y salimos al camino. Nuestro destino es Belorado, pocos kilómetros entre campos de trigo mayormente.
Enseguida llegamos a Vilamayor del Rio donde pensábamos almorzar. En las cercanías del pueblo huele muy mal, hay una granja de cerdos cerca. Aunque dentro del pueblo ya no huele. En el pueblo esta todo cerrado, el restaurante de la carretera todavía le falta una hora para abrir así que continuamos. Me llama la atención que haya un puticlub en un pueblo tan pequeño.Me puse una cinta elástica de fisioterapia e intento caminar con dos palos, pero enseguida se me cansa el brazo chungo. Con todo en solo 4 horas llegamos a Belorado.
A la entrada del pueblo hay un albergue, hotel restaurante. Donde paramos a desayunar, ya hay varios peregrinos allí. Llega una japonesa con las dos piernas vendadas, pero contentísima saludando a todo el mundo. Vimos muchos japoneses con las piernas vendadas, no se si es que tienen las rodillas flojas o son muy cabezones y no quieren abandonar.
Al entrar al pueblo buscamos el albergue municipal. Este no abre hasta las 12, y todavía falta un buen trecho. Así que buscamos un sitio para descansar y hacer tiempo. Al llegar a la plaza del pueblo hay un mercadillo. Justo lo que buscábamos para comprar, yo un pantalón de chándal, pues había perdido el que llevaba y Bea una chaqueta pues decía que estaba pasando mucho frio. Tras las compras nos apalancamos en las escalinatas de la iglesia. Bea fue a por un plano a la oficina de turismo. Belorado no es muy grande. Es un pueblo que está bastante bien, me gusto. En el plano buscábamos sobre todo un parque donde poder dormir un poco, pues me sentía cansado. Había uno cerca del albergue, al lado de una Iglesia, donde también hay un albergue llevado por religiosos. El Parque estaba cerrado así que tuvimos que conformarnos con unos bancos junto al rio.
A las 12 nos fuimos para el albergue , que nos cuesta 8 euros mas 10 la cena comunitaria a la que nos apuntamos. Ya en el albergue la habitual rutina de ducha lavado de ropa y descanso. Le pedí lejía al hospedero para desinfectar las zapatillas, quedaron bien. Me ahorro de comprar unas nuevas.
Después salimos a comer, dimos con un restaurante en la carretera. El menú estaba bien, pero yo pensando en la cena-merienda pues es a las 7. Solo pido un bocadillo. Bea pide menú. La camarera de este restaurante es muy rara, no habla nada, eso si muy eficaz.  Volvemos al albergue a echar al siesta.
Por la tarde salimos a visitar el pueblo y comprar algunas cosillas, comida, jabón, tabaco para Bea. Hacía un calor sofocante, algo inusual, un aire cálido que quemaba. En el pueblo hay un museo de las telecomunicaciones, pero  nos volvimos antes de llegar, estábamos un poco cansados . Nos metimos en un bar a tomar unas cervezas mientras era la hora de la cena.
A la cena se habían apuntado muy pocas personas. Varios extranjeros, una pareja de jóvenes españoles, David y Ana, un chico de California ,en total una decena. En general se habló poco. David saca el tema de los Monegros, cuento mi experiencia, pero me corto a la hora de explicar lo mal que lo pasé. La timidez me puede.La cena estuvo muy bien, el cocinero es el propio hospedero, su aspecto de hippy engaña es muy buen cocinero. El no estaba nos sirvió una chica. Bea pregunto por los masajes que se anunciaban, resulta que los daba ella, pero ahora que estaba en la cocina, ya no. Aunque si lo hubiéramos necesitado o insistido seguro que se hubiera puesto a ello.
Después de la cena salimos a visitar el pueblo, que recorrimos de arriba a abajo. Belorado tiene una especie de paseo de la fama, pero de peregrinos famosos.



Para acabar en una de las terrazas de la plaza. Por allí paso David con el que estuvimos hablando un rato.Y al anochecer nos recogimos en el albergue. Yo me acosté pronto. Bea se quedo en el un pequeño patío delantero que tiene el albergue a fumar.

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