Queda imnagurada la temporada de playa

Hoy se diría que es el primer día de primavera, después de un marzo mas bien desapacible, por fin luce un sol radiante. Por lo que he aprovechado para ir a la playa, no a nadar  obviamente sino de paseo.
Una hora de ida y otra de vuelta, por el concurrido camino de colesterol, ya atestado de viandantes y ciclistas, e incluso algún corredor.
La ida ha estado bien, he cubierto los cuatro kilometros con soltura y donaire. entre campos reverdecidos y cielos azules, surcados por reactores cada tres por cuartro. Me encanta el olor a queroseno por las tardes. Increiblemente también he visto oscuras golondrinas, expulsadas de la ciudad, parece que en el campo todavía quedan. También he visto muchas  boñigas de caballo, seguramente seguramente de algún caballo particular, pues no se de ninguna ruta a caballo para el publico. Lo que estaría muy bien, poder pasear a caballo por el Delta. Ahí lo dejo por si alguien quiere hacer negocio.
En mar estaba encrespado, de ahí que hubiera un montón de surfistas, buscando su ola. Cualquier día me animo, solo se necesita una tabla y una furgoneta.
A la vuelta me he encontrado a mi hermana, El Prat es un pañuelo, que la acompañara otra vez para la playa. Para eso estaba yo, hecho cisco. Confirmo que las zapatillas que llevo, no me van a valer para el camino de Santiago. Otra vez de compras, y no solo zapatillas, era el único que llevaba todavía un chandal de los años 80.
Apreveche para hacerme un selfie.