Mi aportación al concurso de relatos de El Periodico de El Prat
DESTINO FINAL
Anoche estuve en el centro de Barcelona, es espectacular el cambio que a
dado. La ultima vez que fui eramos cuatro quinquis y otras gentes
sospechosas. Ahora esta a revosar de gente, va camino de convertirse en
una de esas ciudades que nunca duermen. Una oportunidad de negocio mas
alla de la restauracion.
Pero no es esto lo que queria comentar, sino
que fui a comer una hamburguesa y entraron un grupo de jovenes
franceses, teenagers. Pues bien, a la vuelta en el autobus nocturno, el N17 !!!!estaban
alli tambien!!! ?que clase de casualidad es esa, y que puede
significar?
Por que entre los millones de extranjeros que hay hoy en Barcelona puedes encontrarte a los mismos dos veces en pocas horas en
sitios tan diferentes? Fue siniestramente chocante. He de decir que tuve
miedo y estuve a punto de bajarme del autobus. Parecia el presagio de
algo. Como en una de esas películas de terror adolescente.
Me senti aliviado cuando llegando mi parada pude apearme de aquel autobus siniestro. Sin embargo, esa misma noche tuve una pesadilla espantosa, iba en el autobus y aunque repetidamente llamaba para que parase y poderme bajar. El conductor hacia caso omiso. Harto de gritarle me acerco, y cual es mi horror que el chofer era la misma muerte.
Al día siguinte tras despertarme entre sudores, enciendo la televisión, y ahí esta. Un autobus de linea regular que cubria el trayecto Barcelona-Casteldefell se ha precipitado por los acantilados de las Costas de Garraf. No hay supervivientes.
De buena me he librado, pense. Pero 20 años despues, para celebrar mi jubilación realizo un viaje por la Costa Azul, y al llegar a un pueblecito cerca del aeropuerto de Marsella, mi autubus se estrella contra un camión de frutas y verduras procedente de España, parado en la cuneta por los furibundos agricultores franceses....algunos de ellos habían perdido a sus hijos en un accidente en España.
¡Hala, te ha salido bordado!
ResponderEliminarMuy bueno.
Le he dejado un comentario sobre este relato en El Periódico del Prat. Un abrazo!
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