viernes, 4 de septiembre de 2015

17ª jornada. De Sarsamarcuello a La Estación de Santa Maria de la Peña

Sábado, 22 de agosto.
Última etapa de nuestro periplo santiaguero por este año.
Salimos tarde, pero salimos. Tras dejar la llave del albergue colgada de la cuerda, tal como nos dijo la señora Pilar. Emprendemos la salida de Sarsamarcuello, cuesta arriba.
A través del pedregal, que mas adelante se convierte en autentica escalada por el monte. Hay un camino mas llano, pero da mucha vuelta. Por suerte el día está nublado y la tremenda subida no nos hace sudar demasiado. Y menos cuando se puso a llover, solo fue un ratito, pero realmente refrescante.
Tras llegar al cementerio, el camino continua cuesta arriba, será así al menos durante 3 klms mas. Hasta el conjunto monumental de la ermita de San Miguel y el castillo de Marcuello. Ambos en ruinas.
Paramos a la sombra de la ermita a almorzar. Al reinciar la marcha nos encontramos con José, un peregrino que está recorriendo España con fines benéficos a favor de la asociación Vicente Ferrer. Quiere hacer 4.000 klms. de los que lleva buena parte. Haciendo una media de 50, 60 kms días.
Nos despedimos encomendandole que diera buena cuenta del atún y el café que dejamos en el albergue.
Continuamos nuestra marcha, ya siempre de bajada. Hay unas magnificas vistas desde arriba, que nos acompañarán ya durante el resto de la ruta, entre bosques y montañas.
Totalmente solos, no avistamos mas que a un par de motoristas, cuando subían, y después por la tarde cuando bajaban.
Revisando la guia, me doy cuenta que he calculado mal. Creía que serían 15 klms, pero son en realidad 20. Y solo llevamos una botella de litro y medio de agua cada uno. Toca volver a racionar.
Con todo esta ruta es muy bonita, espectaculares vistas. Mucha vegetación y fauna.
Pudimos ver buitres y águilas. Lastima de no disponer de prismáticos.
Pasamos por una fuente de montaña, yo propongo rellenar la cantimplora, pero Bea no se atreve. Yo tampoco quiero cargar con un peso extra y que al final nos siente mal. No olvidar pastillas potabilizadoras para la próxima vez.
La fuente alimenta una pequeña balsa, que está pidiendo a gritos, métete. Seguramente lo hubiéramos hecho si hubiera hecho mucho sol, pero estaba un poco nublado y el sol no apretaba demasiado.
El camino se nos hace interminable, encontramos un tramo un tanto peligroso, una cuesta llena de piedras en muy mal estado.
Tenemos que sortearlo muy poco a poco. Sin ninguna referencia no sabemos si nos quedan 10 o 5 klms, hasta que damos con las ruinas de una antigua granja, la Pardina de Escalete, con lo que confirmamos que solo nos quedan 3 klms, máximo una hora. Al lado fluye un riachuelo y Bea aprovecha para remojarse los pies.
A partir de ahí el camino se hace mas espectacular si cabe, pues atraviesa un impresionante barranco, las peñas que dan nombre al pueblo.

De pronto el pueblo aparece a nuestros pies, pero todavía tendremos que dar un gran rodeo, para poder bajar y entrar en el mismo.
A la entrada del pueblo nos acosan un enjambre de moscas. Bea las espanta con el humo del tabaco, pero yo tengo que improvisar un abanico con una hoja del papel de la guía. Tras cruzar el rio Gallego, que presenta un color verdoso poco saludable para un rio de montaña. Entramos en el pueblo, en busca del bar.
El bar tiene un horario irregular, pero por suerte está abierto. Eso si, no hay nada de comer. La dueña habla con unos parroquianos de lo harta que está del campo y de como desea irse a vivir a Zaragoza. Mas lo abandonados que los tiene la Xunta. Pues si cierra este bar, los peregrinos van a tener otra gran perdida, pienso yo. Pero no me meto en la conversación. Bebemos unos refrescos, y nos enteramos que para nuestra suerte, dentro de una hora a las 19:30 pasa el canfranero, el tren que va a Zaragoza. Pensábamos que tendríamos que hacer noche en el pueblo, a la intemperie. Hacemos tiempo comiendo lo poco que nos queda, una lata de atún con patatas fritas de bolsa que hemos comprado en el bar. Tiro la esterilla, que esta completamente estropeada ya a la basura. Y nos vamos a la estación a la espera del tren.
Allí conocemos a Daniel, un chaval que vive en la estación. Sus padres la han alquilado como vivienda de verano. Lo sabe todo de trenes en general y del canfranero en particular.
Por el nos enteramos que el tren no para sino se le hace señales. Como si de un autobús se tratara. El mismo se encargará de pararlo. Nos despedimos y damos por terminada nuestra aventura por el Camino de Santiago Catalano Aragones. El año que viene continuaremos donde lo dejamos, en este mismo punto en la estación del canfranero.
A pesar de todas las dificultades e incomodidades nos lo hemos pasado muy bien. El estar en medio del campo te da una gran sensación de libertad, cada día es una aventura. Atrás quedan cientos de paisajes y de personas que hemos conocido y que permanecerán en nuestros recuerdos.

jueves, 3 de septiembre de 2015

16ª jornada. De Loarre a Sarsamarcuello

Viernes, 21 de agosto.
Duermo bastante bien, me despierto sobre las 7. Bea sigue durmiendo, no la despierto, pues la etapa para hoy es cortita, un mero paseo de 4 klms, hasta Sarsamarcuello. Una etapa que suponiamos tranquila pero que fue la mas complicada de todas.
Desayuno y veo la televisión hasta que se despierta Bea, sobre las 9. Recojemos todo y salimos a desayunar al bar Pola. Entregar las llaves y comprar mas provisiones en la panadería, agua, atún y sus sabrosas tortas.
Hubieramos llegado a Sarsamarcuello en poco mas de una hora, pero paramos a secar la ropa que aun estaba humeda a la sombra de unos arboles.
Al mediodia ya estabamos a las puertas de Sarsa, como lo llaman por allí a este pueblo.
Para entrar al pueblo hay que subir primero una empinada cuesta entre un pedregal.
Pero una vez llegados arriba, las flechas nos indican que el albergue está hacía abajo.
Desde allí llamo al teléfono indicado en la guia, pero ya no se encarga este señor. No obstante me indica la casa de la señora que lo lleva ahora. La señora Pilar, a pocos metros del albergue.
Una vez dejadas las cosas, salimos a comer algo al bar, que por suerte al estar en fiestas el pueblo, está abierto de día. Bea se come un bocadillo de anchoas y yo pido una pizza congelada (no tienen otra cosa) y una cerveza, que por cierto no estaba muy buena.
Por la tarde me noto un bulto en la lengua. No le doy mucha importancia, pero al poco sigue creciendo, y me temo que vuelvo a tener un ataque alérgico. No se la importancia que puede tener, pero al ser en la lengua me preocupa un poco. Así que decimos ir a un médico. Primero nos acercamos al bar a preguntar como hacen en este pueblo en estos casos, no hay nadie. Pero un vecino nos dice que hay que ir al pueblo cercano de Ayerbe donde esta el centro medico, a 7 kilometros. Hay que pedir un taxi. Aunque desconoce el número. Nos acercamos a la casa de la hospedera a ver si ella lo sabe, pero parece que no esta. Por suerte llegan unas chicas en coche que se han perdido y van a Loarre. Se ofrecen a acercarnos a Loarre.
En Loarre no hay centro médico, y aunque conseguimos el número del taxi en la hostal. No contexta.
Así que decidimos hacer autoestop, con la suerte que el primer coche que sale del pueblo, se dirige a Ayerbe. Es la magia del Camino. La condutora Marimar se ofrece amablemente a llevarnos, lo que le estaré eternamente agradecido. Nos deja en la misma puerta del centro de salud.
No hay nadie esperando por lo que me atienden enseguida. La doctora es una de las médicos mas guapas que haya visto jamás. Nada mas verla dan ganas de estar sano. Tras la correspondiente inyección de cortisona, salimos a Ayerbe a ver que hacemos.
Las opciones son volver al Sarsamarcuello andando, son 7 kms imposibles por la posible reaccion de la cortisona y porque Bea lleva las chanclas. Volver a hacer autoestop. Quedarnos en una pensión, comprar mañana unos zapatillas a Bea y volver al día siguiente. Por último intentamos de nuevo el taxi, oh suerte, contesta. El taxi nos lleva a Sarsa en poco tiempo y por solo 10€.
De vuelta en Sarsa, la hinchazón ha bajado bastante. En la puerta del albergue están montando el escenario para los conciertos, ya nos imaginamos que no vamos a pegar ojo otra vez. Pero curiosamente la música no estuvo muy alta durante la noche, y apenas nos molestó.
Estuvimos hablando con uno de los concejales del pueblo, sino fuera por la dura etapa de mañana, habríamos bajado a la fiesta a tomar unos cubatas y bailar la conga....es broma.
A las 2:30 me despierto para ir al lavabo, cuando noto que me da todo vueltas, estoy verderamente mareado. La cortisona ha reaccionado mal. El corazón me va a cien por hora. Me quedo en la cama intentando relajarme con ejercicios de meditación. Mucho me temo que esto puede ser el fin del viaje. Pienso que deberemos de abandonar, llamar de nuevo al taxi y que nos lleve hasta la estación mas cercana. Aunque tal como estoy no puedo ni montar en un coche, pues vomitaría seguro. Sobre las 6 despierto a Bea y le explico la situación.
De momento no podemos hacer otra cosa que descansar, y es lo que hacemos. Ya sobre las 9 de la mañana, veo que las pulsaciones han bajado a 72 y parece que siguen bajando, empiezo a encontrarme mejor. Parece que me recupero y decidimos continuar con nuestros planes. Planes que hemos cambiado. Pues vemos que no llegaremos hasta el martes a la estación de Jaca, donde deberíamos de empezar el regreso a Barcelona. Así que lo mejor es vover desde La Peña, eso nos daría el domingo para visitar Zaragoza, que no está en la ruta, pero que bien vale un visita. Mañana será nuestra última etapa en el Camino.

15ª jornada. De Bolea a Loarre

Juesves, 20 de agosto
Descansamos muy bien. Yo duermo hasta las 7. Cuando me despierto, Bernardo ya estaba listo para salir. Va muy bien equipado. Bernardo debe tener cerca de 70 años, pero se conserva muy bien. No se porque me da la impresión de que pertenece al clero, que es monje o cura. Quizas obispo. Nos despedimos, el va hasta Sarsamarcuello, nosotros nos quedaremos en Loarre, para visitar su famoso castillo.
Volvemos al bar Rufino a dejar las llaves y desayunar algo. Esta el padre, el serio. Queriamos unos bocadillos para llevar, pero no queda pan. No nos importa mucho porque la guia señala un pueblo a pocos kilometros con un bar-restaurante.
La etapa hsta Loarre es sencilla, corta, de solo 10kms. Y además vamos descansados. Los caminos están cuajados de zarzamoras que nos entretenemos en comer.
Bea recoje algunas para después.
Pronto llegamos a Aines, un pueblo de aspecto idílico al pie de la montaña. Nos dirijimos al bar dispuesto a almorzar algo. pero, oh sorpresa, no hay nada de comer en un ¿restaurante? Al principio no nos dimos cuenta, pero los dueños no se porque nos miran con recelo. No se si es que les hemos caido mal, o es que tienen un mal día, o las dos cosas. Bea pide algo de chocolate, y le dicen que no tienen nada, a pesar que hay una caja de kinders en la estantería, a mas de los helados. En las estanterias tienen una mascara de Dracula, los dueños son rumanos, además hay un plato de ajos en una de las mesas. Todo ello junto al fria y desconfiada acojida le da al lugar un aspecto siniestro, del que huimo enseguida. Para colmo, al pagar Bea con un billete de 20 euros le devuelven cambio de 5. Por suerte la caja estaba vacia y no había otro billete. 
Pronto aparece el castillo en el horizonte, lo que nos anima en la marcha.
Y mas tarde tras pasar por la fuente del gallo,
un pequeño puente romano, mas bien pasarela, que cruza un riachuelo,
nos adentra en el pueblo. Preguntado por una pensión, hablamos con unas parejas de turistas. Loarre está lleno de turistas, no solo por el castillo, sino que ofrece otras actividades de senderismo y deporte de aventura, como el parapente. También hay un picadero, se ve que este tramo del camino se puede hacer a caballo.
Nuestra intención es encontrar un alojamiento asequible y visitar el castillo. Y de no haberlo, como plan B, continuar hasta Sarsamarcuello.
Conseguimos habitación, en realidad un pequeño apartamento en la casa rural Tolta, 38 euros, aunque luego solo nos cobrarón 35. Suerte de ser jueves, pues si fuera viernes la habrían reservado para los turistas del fin de semana.
Antes de que cierren las tiendas, en realidad la tienda, una panadería que vende algunos viveres, nos aprovisionamos. Pan, leche, agua....etc. Esta panadería vende unas tortas riquisimas, en dos tamaños. A la espera de que alguien robe la receta y las comercialice a gran escala. Bea querái tomates, pero no tienen. Una vecina se ofrece a regalarnos unos cuantos. Quedamos en la plaza y al poco aparece la señora con una bolsa de tomates recién cojidos de la huerta que huelen a tomate, cosa no vista ni olida desde hace tiempo. Después buscamos un restaurante, pero los dos que hay son muy caros. El hostal cobra el menú a 20€ y O Caminero a 16. Me parece que el éxito propiciado por la pelicula "El reino de los cielos" de Ridley Socott, que ha dado fama universal al castillo de Loarre,
se les ha subido a la cabeza. Así que nos conformamos con sendos bocadillos en el bar Pola, mas barato y mas concurrido.
El apartamento es fantastico, ignoro lo que cobrarán por una estancia de una semana, pero para una escapada rural esta de muerte.
Sobre las cuatro y media inciamos nuestro ascenso al castillo, que nunca pense estaría realmente tan alto.
Pagamos los 4 euros de rigor y sellamos las credenciales. El castillo será de los mejores conservados de su época, pero se ve mejor en la película. Es un laberinto, la torre de homenaje no se puede visitar. La mayor parte del castillo son las viviendas de los monjes, pero como es natural estan cerradas a los turistas, por lo que parece mas pequeño por dentro que por fuera.


Eso si las vistas son impresionantes, en un día despejado dicen que se ve hasta Zaragoza.
Los paracaidistas de la pista de parapente cercana, lo sobrevuelan a menudo.
Aterrizan unos kilometros mas abajo, en un prado verde cercano a un lago.
Al volver del castillo, paramos a comprar mas tortas en la panedería y algo para cenar. Lo que hacemos, vemos un poco la televisión y nos vamos a dormir temprano. 

14ª jornada. De Huesca a Bolea

Miércoles, 19 de agosto
El primero en levantarse es Jesús, el ciclista canario. Que con sus idas y venidas despierta al resto. Yo hace rato que no pego ojo. Todos se aprestan para salir, pero el primero en marchar es Bernardo, el único que lleva nuestra misma ruta. Quedamos en Bolea. El checo va a hacia Barcelona y los ciclistas que suelen hacer mas de 60klms no volvimos a verlos, al preferir, supongo, el asfalto.
Bea y yo salimos a eso de las 7, paramos en el bar del hostal a desayunar, y emprendemos la marcha siguiendo las lindes del rio Isuela. Nos esperan 23 klms.
La salida de Huesca está muy bien, en general el trayecto hasta Chimillas es tranquilo y pintoresco, con una gran balsa de agua en el trayecto y abundante flora y fauna.

En Chimillas la guia señala que se puede almorzar en la residencia de ancianos que hay a la entrada del pueblo. Y allí vamos, pero nos dicen que eso ya no lo hacen, podemos tomar un café si nos apetece de una maquina de vending. Pero como hay otro bar y tienda en el pueblo desechamos. Bea habla con una anciana que parece que tiene mas de 100 años, es de Barcelona y al saber que venimos de allí se le dispara toda la nostalgia. Muy vivaracha para su edad. No se porque los de la residencia ya no sirven a los peregrinos, sin duda son una atracción y entretenimiento para los ancianos.
Nos acercamos al centro de Chimillas donde está el bar La Alberca.
Donde justo tienen pinchos de tortilla de patata para almorzar, justo antes le había dicho a Bea, que me apetecia un pincho de tortilla de patatas. El camino hace esa magia. El dueño del La Alberca tiene un blog al que los peregrinos suelen enviar fotos, cosa que le prometo hacer. La tienda no la visitamos, pues vamos bien provistos del Mercadona de Huesca.
De Chimillas a Bolea no hay nada. Solo campos de sacano, bosques de encinas y un par de granjas, que aquí llamán "castillos".
Al poco, y por no dormir bien estamos bastante cansados, buscamos una sombra entre los chaparros, para echar una siesta.
Tras la siesta decidimos que llevamos demasiadas cosas inútiles en la mochila y nos deshacemos de ellas. El libro a medio terminar, el palo de selfies, champus y ropa que no nos vamos a poner entre otras cosas. Las enterramos en una zanja, para deleite de futuros arqueólogos.
Cruanzando un bosque de encinas, el camino desaparece, alguien ha barrado el paso y labrado encima. Como la guia dice que hay que atravesar dicho bosque lo hacemos, y al poco volvemos a encontrar las flechas. Llegamos al primer castillo, tras una bajada, cruzando entre sus instalaciones, se nos aparece un perro, un mastín aragonés imponente. Disimulamos y parece que funciona el perro nos mira y nos deja pasar.
Al poco llegamos al siguiente castillo y el asunto se complica un poco, pues no solo oímos ladrar a un perro, sino que encontramos un cartel a la entrada avisando que estamos en una propiedad privada y hay perros peligrosos sueltos. Es increíble que esto pase en pleno camino de Santiago y que las autoridades lo permitan. Después en Bolea nos enteramos que el propietario se oponía a que el camino pasará por sus tierras. Ya sabemos el principal sospechoso de la desaparición del camino metros antes.
Para evitarnos problemas con los perros, decidimos rodear la casa por los campos sembrados, no sin antes alistar el bastón y aprovisionarme de piedras. Llevo un cabreo encima impresionante, como el perro nos ataque, iré a por el dueño de seguro. Ni propiedad privada ni hostias, se iba a enterar el latifundista de m.... ese.
Por fin vemos Bolea a lo lejos, encaramada en una colina, como suele ser habitual.
En mitad de la cuesta de entrada al pueblo, hay una fuente que es de agradecer. Según parece fue donada por un hombre en recuerdo de su hijo muerto en una de esas fiestas populares con toros.
En Bolea, según la guía, el encargado del albergue es el bar Rufino, que encontramos al poco. Donde nos refrescamos y nos toma los datos. La llave la tiene el Bernardo, que llego al mediodía y ya está en el albergue. Y hacia allí nos dirigimos, pero Bernardo no esta. Así que Bea se queda aguardándole con las mochilas, mientras que yo corro a buscar la tienda antes que cierren y comprar provisiones. Búsqueda inútil, porque los miércoles por la tarde NO ABRE. Tengo que conformarme con comprar agua en el estanco.
De vuelta al albergue, Bernardo no ha vuelto. Decidimos ir al bar Rufino y volver al albergue mas tarde, cuando le vemos aparecer calle arriba.
Nos acomodamos en el albergue, que está bien, sin tirar cohetes. Un poco abandonado, todo es decirlo. pero en fin.mejor que nada. Y es que estábamos mal acostumbrados. Después salimos a cenar al bar Rufino. El menú vale 15 euros, pero a los peregrinos nos cobran solo 11. Como damos 8 de donativo para el albergue en total 30 igual. El Rufino es un joven muy alegre, todo lo contrario del otro camarero, que debe ser el padre, mas serio imposible.
Se ha hecho de noche, nos hubiera gustado visitar el pueblo, que tiene muy buena pinta. Bernardo nos ha elogiado las vistas desde lo alto de la iglesia, y todo el pueblo tiene un aire medieval muy bien conservado. Pero estamos demasiado cansados, así que volvemos al albergue a dormir.





miércoles, 2 de septiembre de 2015

13ª jornada. Huesca - Huesca

Martes 18 de agosto
Este día es el que hemos resevado para visitar Huesca. Nos levantamos temprano, justo la pareja que estaba con nosotros se prepara para marcharse. Llega el director de la asociación de peregrinos de Huesca. Vestido de senderista va a inciar una excursión por los alrededores. Hablamos con él, practicamente nos cuenta su vida. Se ve que es un tipo muy vital.
Al poco salimos, primero al banco, pues los fondos están disminuyendo a marchas forzadas. Además que tengo que comprar una nueva camara de fotos y un jersey en previsión de los frios que nos esperan en el prepirineo.
Buscamos un bar para desayunar, lo que no es fácil. Ya te digo estos aragoneses. Acabamos en el Coso, la calle comercial que rodea el casco antiguo de Huesca y donde todo empieza y todo acaba. En un Fotoprix me compro una cámara de las baratitas, pero que es incapaz de hacer una foto mal.
Una maravilla, aunque yo preferia una de esas en que uno mismo tiene que ajustar el foco, la obertura y el tiempo. Pero curiosamente esas son muy caras. Incluye un palo para selfies.
Nos han recomendado que visitimos la catedral y un par de iglesias. No parece que haya mas monumentos interesantes. Y hacia allí vamos.
Cuesta 4 euros entrar, pero vale la pena. Tirada de precio si la comparamos con la Sagrada Familia. Lo mas interesante de la catedral es subir al campanario, que no es fácil precisamente.
Parece que está construida para que subiera solo Quasimodo. Pasamos por una zona muy peligrosa, donde las campanas. Pero no hay cuidado, falta media hora para las 12.
Riesgo de rotura de timpanos. Las vistas desde el campanario son espectaculares.

También visitamos las diversas capillas de arte religioso y otras exposiciones de pintura, escultura y policromía.





Hay que culturizarse y mineralizarse.
La otra iglesia, que  es romanica vale 2 euros. Pero ya tenemos nuestra dosis de piedras y pasamos. Damos vueltas por Huesca acabando en el Coso, como es de esperar. Bea compra un jersey blanco.Yo además de jersey ahora necesito una gorra, pues se la he perdido en la catedral.Pero no encuentro nada que me guste.
Buscamos un restaurante y acabamos en el July.
Lo que resulta un acierto. Comemos muy bien en la terraza del mismo.
De vuelta al albergue a descansar, al poco llaman a la puerta, es un peregrino. Le explicamos el sistema que tienen aquí de recepción de peregrinos . Al poco llega Pepe el responsable. Este peregrino, es de Sabadell, viene andando desde Montserrat y esta es su penultima étapa, pues es de un pueblo de Huesca y mañana se ira para allá a pasar el resto de las vacaciones. Al poco irse el Pepe, llega otro peregrino, Jesús, un canario que está recorriendo la peninsula en bicicleta siguiendo las rutas de los caminos de Santiago. Vuelve Pepe. Y se presentan tres ciclistas mas de Tarragona. Y un checo que está recorriendo Europa andado. Mas tarde vendría Bernardo. En total nos juntamos esa noche, 9 peregrinos una cifra alucinante para estos tramos.
Ante tanto barullo, volvemos a salir a dar otra vuelta por Huesca. Primero paramos a tomas café en el Hostal que hay cerca del Mercadona, a pocos pasos del albergue. Se nos une el checo, con el que hablamos en mi ingles macarronico. O sea casi nada.
A Bea le pico un bicho, hace unos días, lejos de mejorar ahora tiene un bulto que parece se ha infectado. Parece que sería una araña. Por lo que decidimos ir al médico. El centro de salud, esta al otro lado de la ciudad, con lo que nos pateamos todo Huesca. La atienden perfectamente, con la tarjeta de la generalitat. Todas las historias que hemos oido sobre que no te atienden en otras comunidades son leyendas urbanas. Eso si, en la farmacía conviene que lleves el número original de la Seguridad Social, que los listos de la Generalitat obvian en su tarjetita.  No me extiendo sobre la burocracia sanitaria que me enciendo. La picadura no reviste gravedad. Le mandan una pomada antibiotica y a correr.
Compro una gorra en los chinos, no me gusta mucho, pero es lo que hay. Deambulando por la ciudad, tropezamos con una tienda que venden jerseys en pleno agosto. El dueño al saber que no nuestra siguiente etapa es Bolea, nos cuenta su historia. Pues el es de Bolea, y allí tiene la fábrica de ropa. Esta tienda Casbas, es lider en sus sector de ropa de montaña y senderismo. Lastima que ya hubiera comprado la gorra, pues las tenia de mas buenas.  El jersey resulto cojonudo y por solo 18 euros, seguro que en plena temporada valdrá 30 o mas.
Al anochecer volvemos al albergue a cenar. Casi todo el mundo está durmiendo o ya tumbado en la cama, excepto los ciclistas de Tarragona que van a salir a cenar. Al menos dos de ellos, pues va con ellos un chaval que llevan agotado. Despues salimos a tomar una cerveza y hacer tiempo a la hora de acostarse.
Paramos en un bar de la Av. Ramón y Cajal. Lo llevan unos chinoso. Nos sentamos en la terraza.Sorpresa a la hora de pagar, es baratisimo, poco mas de dos euros por un par de medianas. No es casualidad que Huesca sea una de las mejores ciudades españolas para vivir. No solo es bonita, sino que siendo pequeña, no llega a los 50.000 habitantes, al ser capital de provincia tiene de todo. Y encima super barata, he visto pisos por 50.000 euros. Si me echan de Cataluña, que me busquen en Huesca.
De vuelta en el refugio paso muy mala noche. Me cuesta dormir, encima tengo gases, me levanto varias veces al water. Creyendo que todo el mundo duerme, me tiro un pedo....enseguida se oye ¡Guarro!